Esa rica sensación de volver a tomar un pincel, subir hasta medio camino el cierre del overol que en algún momento fue tan negro como los pelos de Mikecito y que hoy está perdido entre greda, acrílico y esmalte para crea cruda o lino.
Volver a mirar el photoshop y dejar perder entre capa y capa todas esas tonteras para que aparezcan entre nubes, con un glorioso sonido de trompetas triunfantes, ideas y ganas de seguir pintando, hora tras hora.
Perderse entre los colores, los pinceles y paños de ropas viejas.
Seguir en pequeño camino que terminará con la impresión de cuatro letras. Letras que acompañan cada nacimiento de una nueva obra.
Seguir este corto camino inspirado en el amor, nuevamente el amor. Uno que ha estado junto a mi durante casi diez años.
Pronto llegará a buen puerto. Mientras la rica sensación de volver a vivir y que se mojen los ojitos por encontrarse con un amigo olvidado y que tanto bien hace, espera para comenzar una nueva jornada de trabajo: gustoso y renovador.

