En mi futura práctica docente, así como en el experiencia de estudiante escolar y universitaria, he observado con gran detalle el entusiasmo, amabilidad, calidez, disposición, y en definitiva la buena práctica de los profesores que he tenido en estos años, así como también la pésima labor de algunos que se encuentran en el rol docente porque no les quedó otra alternativa. Sin dejar de tener muy presente que se trata de seres humanos que sienten, tienen experiencias buenas o malas, y como cualquier persona, se ve afectado por sus rutinas, es inevitable que cueste separarlas u olvidarlas en el momento en que se encuentran trabajando frente a un grupo de personas que ignoran lo que les pasa. Tienen que enfrentar además ciertos problemas que se agravan con la presencia de los estudiantes revoltosos, llenos inquietudes, afectando aun más el estado anímico, emocional y psicológico del docente. Por lo cual, considero que los maestros deben tener un especial cuidado al manifestar su pesar cuando se está tratando con otros seres humanos, en especial jóvenes y niños en donde, en primera instancia, se ve al profesor como una imagen a seguir, además del excesivo tiempo que se pasa juntos durante el día en donde se estrechan lazos afectivos, y se tiende a ver al profesor como una imagen a seguir.
Todo esto me ha llevado a la siguiente reflexión: “¿Cuan importante es el estado anímico del profesor para que el aprendizaje sea exitoso?”
En tres años de carrera universitaria, en los que se me prepara para ser una buena docente, poco y nada se nos ha hablado de la importancia de un bienestar psicológico y emocional por parte de los profesores para enfrentar situaciones de la más variada gama dentro de un aula de clases. Y no es por descuido la ausencia de este tema en nuestra preparación docente, es porque no hay una real preocupación por esto.
Ejercer un juicio crítico en torno a la importancia de ésta cuestión en los resultados académicos de los estudiantes es una tarea que lleva mucho tiempo, además de tener en cuenta un sinfín de elementos que pueden causar o afectar en los resultados académicos, y no es mi intención ahondar profundamente ahora en esos elementos, si no que referirme al problema de la despreocupación del bienestar emocional de los profesores, y las consecuencias que podría tener este problema no sólo en el éxito académico, sino también al resultado dentro de la formación humana de los estudiantes que se confía a los profesores.
Quisiera continuar con una enumeración de las características que debiera tener un buen profesor para que su labor sea llevada con éxito, pero antes es necesario preguntarse ¿Cuál es la labor de un profesor?, o ¿Cuál es la definición de profesor?
Según el Diccionario Enciclopédico de Ciencias de la Educación[1], como docente se entiende:
Docente:Profesional cuya función es el ejercicio de la docencia o conducción del proceso de enseñanza-aprendizaje en un nivel educativo dado.
Es decir, un docente es una persona que guía en el proceso de aprendizaje a otra persona, o en las palabras de Redden y Ryan, “la influencia deliberada y sistemática ejercida por la persona madura sobre la inmadura, por medio de la introducción, la disciplina y el desarrollo armónico de todas las facultades: Físicas, sociales, intelectuales, morales, estéticas y espirituales del ser humano, de acuerdo con la jerarquía esencial de las mismas, para la utilidad individual y social, dirigida hacia la unión del educando con su fin último trascendente".[2] Se entiende entonces que el docente trata de una persona madura, lo cual lo haría de cierta manera superior al educando, es quien se le encomienda la gran labor de formar holísticamente a los éstos, guiándole en la formación de una personalidad con valores, pensamientos propios, criticidad y elementos fundamentales para su desarrollo en sociedad.
Por tanto, considero que una de las características primordiales de un buen profesor es la vocación de docente. Y sin ir más allá y explayarme o ahondar en un tema que merece otro texto y más interés, quiero restringirme sólo a mencionar la importancia que tiene la vocación en una buena labor educativa, y
ser además el motor principal para una buena disposición frente a un grupo de personas que esperan ansiosos recibir y entregar en el acto de educar. Por lo tanto sería elemental en cada docente ser una persona honesta, abierta, cálida, que respeta a los estudiantes y se preocupa por ellos; la vocación haría que estas características se den de manera natural.
Dichas características suelen presentarse en el comienzo de la actividad docente pero con el tiempo van desapareciendo, se atenúan en la medida que otros intereses o dificultades van surgiendo en el camino.
Una de las características mencionadas es la preocupación por los estudiantes y por consiguiente el inevitable lazo afectivo que se genera con ellos, más aun cuando la cercanía lleva al profesor a ser un “paño de lagrimas” frente a los problemas que tienen los niños y jóvenes, y que acuden al profesor al ver reflejada su preocupación por ellos en la labor docente, traspasando sus pesos a los profesores, llenándolos de inquietudes y preocupaciones, aumentando así las aflicciones que se pueden tener por cuenta propia. Este constante ejercicio va cargando y aumentando las preocupaciones de los profesores haciendo que el agotamiento emocional se refleje en el quehacer educacional. ¿Y qué es lo que se hace para paliar esto? ¿Hay un interés por parte de las autoridades educacionales, establecimientos escolares o universitarios, o de la sociedad por atender esto?
Otra de las características que considero debe tener un buen profesor para que el aprendizaje sea exitoso es el dominio de su área, de la materia y una adecuada preparación de la clase. El cumplimiento de éstas, demuestra el compromiso que tiene con su labor y sus estudiantes. En tener conciencia de cuestiones como estas responsabilidades profesionales se basa, principalmente, la formación de los profesores de este país, una especialización en una determinada área, enfocándose en el contenido, lo objetivo y a veces frío que tiene el proceso de formación profesional. Si bien es cierto es necesario que el profesor domine su materia, no es sólo esto lo que debe importar, si no que también saber enseñarlos. Y en muchas casas de estudio vemos que sólo se dedican a explotar esta área.
Un buen orientador de las características que debe tener un buen profesor y explicación de lo que significa educar, es “El Marco para la Buena Enseñanza”[3],
emitido por el Ministerio de Educación, en donde se apoya la idea de la importancia de los conocimientos del profesor, así como el desarrollo de sus habilidades, competencias, actitudes y valores, y en cómo éstas influyen en la enseñanza. Además se desprenden otros tres criterios a tener presentes al pensar en un buen profesor, como por ejemplo comprometerse con el aprendizaje de los estudiantes, evaluar su práctica docente para así verificar que está cumpliendo con su labor, y preocuparse de que exista un ambiente ventajoso para que se logre el aprendizaje. Y es en éste punto en donde me quiero detener un instante.
Se espera que el profesor cree un ambiente propicio para que se genere el aprendizaje, preocupándose por las relaciones interpersonales entre los estudiantes, que los estimule a tener confianza en ellos mismos y así abrirles las puertas al conocimiento, que se preocupe de generar normas y estrategias para que exista una buena convivencia dentro del aula y organice el espacio para que las actividades se realizan dentro de ella obtengan su propósito. Entonces, me cuestiono: si es un deber del profesor preocuparse por que se lleve a cabo el aprendizaje, ¿Hay alguien que se preocupe por apoyar desde el otro lado para que su labor educacional se logre correcta y tranquilamente? ¿Será solo una preocupación del profesor la creación de un buen ambiente de trabajo?
Es el ideal de un buen profesor estar al pendiente de sus estudiantes, más aun cuando paralelamente se ejerce el rol de orientador o profesor jefe. Se debe estar en conocimiento de las características de los estudiantes, conocer sus experiencias, inquietudes, se debe asumir la responsabilidad de orientarlos no sólo en el ámbito estudiantil, si no también en el personal, se debe estar siempre interesado por mantener altas expectativas hacia los estudiantes y así motivarlos.
Pero me he dado cuenta que el docente se encuentra solo. Trabajando y luchando por el bienestar de sus estudiantes, muchas veces cometiendo el error de anteponer los intereses y bienestar de los estudiantes ante los suyos, es humano.
He observado en mi experiencia como estudiante, como futura docente y abstrayéndome también de este papel para observar de manera crítica a los profesores, que más allá de sus prácticas llenas de poco interés, veo que con el tiempo la desmotivación, desgano, cansancio y desorientación se acrecientan. Muchos organismos, instituciones se preocupan por el bienestar estudiantil, con justa razón, pero subrayo que en las instituciones escolares no hay mayor interés por la calidad humana de los profesores, sus preocupaciones y equilibrio psicológico y emocional. Ciertos colegios realizan retiros anuales para docentes y
administrativos, paseos de fin de año y almuerzos para el día del profesor, pero no son más que instancias pasajeras de recreación. Sería interesante la creación de departamentos al servicio del bienestar del profesorado, con psicólogos, orientadores y reuniones en donde no solo se tracen temas relacionados con las asignaturas o problemas de cursos, si no que haya un interés por lo que pasa dentro de los profesores, seres humanos que sienten, piensan y experimentan a diario el peso de apoyar y guiar el desarrollo de niños y jóvenes que depositan en ellos sus pesares, los cuales se convierten en muchas ocasiones en problemas de gran importancia para el profesor comprometido con su labor, sumándole a estos las inquietudes personales, familiares, sociales, etc. que puedan tener. Si bien es cierto que puede ser muy reducido el número de los profesores ligados de corazón a la labor docente, se espera que en un futuro sea un número que va aumentando. Políticas educacionales como la Prueba Inicia, incentivos salariales, y Educación 2020 proponen como resultado a profesores más comprometidos, pero no se hace nada para mejorar el bienestar emocional, no hay mayor preocupación por aquellos que cumplen bien con su trabajo, más que un incentivo monetario. ¿Será eso lo que necesitan realmente, si su labor educacional no la hacen por dinero si no que por vocación?
Elton Mayo[4], demostró que el aspecto psicológico es de gran importancia en las tareas administrativas, que es fundamental la comunicación, así como los grupos informales dentro de una empresa[5], y tomando en cuenta nuestra realidad nacional en que muchos establecimientos educacionales son administrados como empresas, no es lejano tomar las ideas de Mayo para ejecutarlas en los colegios, realizar una tarea en conjunto para preocuparse por el factor humano.
La escuela de las relaciones humanas habla de la importancia del ambiente para que se genere un buen comportamiento y buen trabajo en las organizaciones, así como la comprensión de la naturaleza de las relaciones humanas permite al administrador obtener mejores resultados de sus subordinados. Con el desarrollo de la teoría, surgió una nueva visión del ser humano, un ser con temores, intereses, inquietudes, deseos y sentimientos, nace así una preocupación por éste. La alternativa, opino, sería la implementación de un sistema de monitoreo y apoyo para los profesores, en donde se preocupen de su equilibrio emocional y psicológico, que otorgue una mente sana, claridad y bienestar para los profesionales que necesitan con justa razón encontrarse en un estado optimo para llevar la gran responsabilidad que significa la formación de seres humanos. Observar las diferentes realidades escolares, y efectuar una evaluación para la intervención de éstas, aplicando un cambio que mejoraría la calidad de vida de quienes llevan a diario, además, un gran peso y responsabilidad social. Así se cumpliría de una manera más completa el objetivo de las nuevas propuestas sociales para mejorar la educación del país, se verían por otro lado beneficiados los empresarios encargados de la educación, y se generaría una mejora social, demostrándose así la importancia sobre el conocimiento del comportamiento humano y la preocupación por su bienestar.
[1] Picardo Joao O, Escobar Baños JC y Pacheco Cardoza R. (2005) Diccionario Enciclopédico de Ciencias de la Educación. San Salvador, El Salvador: Centro de Investigación Educativa, Colegio García Flamenco.
[2] Redden y Ryan. (1956) Filosofía Católica de la Educación. Madrid. Editorial De Morrata.
[4] Elton Mayo fue un teórico social, sociólogo y psicólogo industrial especializado en teoría de las organizaciones, las relaciones humanas y el movimiento por las relaciones humanas.
[5] Tomado de texto entregado por el profesor. Bastías M. (2010). Escuelas Organizacionales. Santiago. Departamento de Formación Pedagógica, UMCE.