
Estoy en Ssp. En el estero.
Me costó un mundo escribirte. No diré porqué.
Las últimas horas han sido demasiado intensas. Uno de los dos protagonistas: Adolfo Silva.
Todo esta cambiado acá.
Sé que con el paso de cada invierno el paisajismo innato de este lugar se transforma.
Ahora esta casi irreconocible.
Pasó un invierno.. Loco... Loco seria lo más adecuado para describir bipolaridad y esquizofrenia. Loco seria lo indicado para señalar que el rincón de este pueblo está calmo.
El camino está pavimentado hasta la casa de la tía Lilia. Doble vía.
Los corredores fueron pintados, el patio interior completamente remodelado.
Hay una ampliación de la casa. De mi hogar.
Miro el agua del estero y se refleja un arco iris, supuestamente en el cielo, paralelo a una nube larga.
Hay un bichito de estos que se creen Jesús, que me hace compañía. Un pez se asomó a la superficie.
Jesús y un pececillo. Ganas de tomar pisco convertido en agua. Perdona que lo diga.
Escucho muchos pájaros, bichos. Va pasando un avión. Odiarías esto. Sólo que sin razón.
Salsipuedes ha cambiado. Al final de la historia se sabrá su para mejor.
La casa está linda, cómoda.
Me imagine un gato ronroneando. Hay tres nuevas criaturas felinas en la casa.
¿Había contado eso, no?
Uno nació en tres, otro el veinticuatro de diciembre. Son pequeños, son feitos.
Cantan blues conmigo.
