sábado, 23 de enero de 2010

Pejerrey de noche

Tuve la oportunidad de conocer un lugar maravilloso hace algunos días.

En medio de la noche, en la oscuridad que si hubiera estado sola, me hubiera aterrado hasta el llanto, pude apreciar uno de los mayores regalos que dios nos pudo dar: el firmamento estrellado.

Debo admitir que no me gustan las sorpresas, soy un poco (bastante) impaciente, no me gusta esperar, ni tener esos saltitos de impresión. Pero mientras caminábamos me hicieron cerrar los ojos, y fue algo espectacular ver un techo negro, infinito, repleto de astros, estrellas, satélites, planetas, aviones. Cerros que lo circundaban y árboles que me recordaban que todo aquello era realidad.

Y claro, he presenciado el Corcovado, el Aconcagua, la belleza de un bebe recién nacido. He visto el trabajo de Bernini, Da Vinci, Picasso y Miró. Y no logra compararse a recostarse sobre el suelo y solo… observar.

Sentir como olas imaginarias de un difuso blanco van moviendo las estrellas. Y así como me lo mencionaron, percibir la tridimensionalidad de los cuerpos celestes.

No somos nada

Y si algo logramos ser,

es algo muy muy pequeño en medio de tanta creación.

Pero en el fondo (o superficie)

¿Qué somos?

¿Quiénes somos?

¿Qué queremos?

¿Qué merecemos?

¿Sabemos realmente lo que merecemos?

¿Sabemos lo que es mejor para el otro?, es mas…

¿Seremos acaso capaces de darnos cuenta lo que es mejor para el otro, sin ver primero que es lo mejor para mi?

¿Algún día sabremos algo?

¿Tendremos certeza de algo?

Quien afirma que esas lucecitas que se movían en diferentes direcciones y velocidades son satélites y no naves espaciales que transportan a nuestros antepasados, o quizás tantos desaparecidos, que juramos fueron asesinados por almas despiadadas, pero en realidad fueron abducidos por seres extraterrestres. Y en realidad no exista tan ser humano villano que culpamos de las desapariciones.

Pero siempre caemos en culpar a otros, en pensar mal de nuestro prójimo. Y a la vez, somos tan inocentes que no podemos ver la maldad en otros.

¿Cuál será la verdad de todo el asunto?



Nunca pensé que llegaría este momento
Creo que es hora ya de abrirte el corazón
Lo he ocultado ya por demasiado tiempo
Se me hace difícil hacerlo en esta canción
 
Eres tú, la dueña de mis pensamientos
La dueña de mis sueños, sentimientos, de mi amor.
Y me preguntó que fue lo que me hiciste
Talvez me hipnotizaste y me robaste el corazón.
 
He pensado mucho sobre lo que siento
Pero llego siempre a la misma conclusión,
La misma que llegué cuando te conocí,
Y creo que a la única que siempre llegaré... 

Y tenemos, todos, la presencia del mismo cielo, y en realidad gracias a otros (dueños de empresas eléctricas, industrias, inmobiliarias, etc), no podemos ver cada noche el maravilloso cielo estrellado del Pejerrey.

Lo mismo pasa con la belleza humana. No nos permiten verla, no nos dejan conocerl@s. viviendo tras máscaras, escondiéndose de los rayos del sol, jugando a ser quien se debe ser, como las personas que no se permiten regar las plantas por miedo a que éstas crezcan, y no se dan cuenta que impiden que otros podamos ver el arcoiris que se forma con el agua bajo el sol.

Que terrible.

Que mundo é esse que ninguém entende um sonho?
Que mundo é esse que ninguém sabe mais amar?
Pra tanta coisa que faz mal eu me disponho
Quando eu te vejo eu começo a sorrir
Eu começo a sorrir

Não quero desperdiçar a chance de ter encontrado você
Hoje o que eu mais quero é fazer você feliz
Vejo as pessoas e sei que juntos nós podemos muito mais
Eu vivo na espera de poder viver a vida com você

Que terrible!